lunes, 25 de octubre de 2010

Henri Cartier-Bresson (1908-2004)

Henri Cartier-Bresson es considerado, por muchos, el padre del fotorreportaje, “el ojo del siglo”, como dijo Pierre Assouline. Lo sea o no, lo que nadie puede dudar es el gran talento de este genio de la fotografía, que supo captar el instante decisivo de una escena con su cámara. Y lo hacía poniendo “la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje”, según sus palabras, justo cuando se producía el clímax de una acción.

Vamos a repasar algunos datos biográficos de este fotógrafo francés:

Cartier-Bresson nació en 1908, y con 23 años empezó a interesarse por la fotografía. Haría sus primeras fotografías en Costa de Marfil, con una Kreauss de segunda mano. Un año más tarde adquiriría su primera Leica, la cual se asociaría siempre a su persona y supondría un paso de gigante en su carrera como fotógrafo.

En 1935 se mudó a Nueva York, donde comienzó a interesarse por el cine y llegó a colaborar con Jean Renoir.

Durante la II Guerra Mundial lo dieron por muerto, y sorprendió a todo el mundo apareciendo a una exposición “póstuma” que le estaban preparando en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. “Mientras tanto en Estados Unidos me daban por muerto y preparaban una exposición póstuma sobre mi obra. Me entero a tiempo y corro a ayudarles en la selección; ante su sorpresa, el hombre al que se disponían a enterrar estaba allí de cuerpo presente”.

En 1047 tuvo lugar uno de los hechos que más marcarían su carrera, así como la historia de la fotografía: fundó, junto a Robert Capa, Bill Vandivert, David Seymour y George Rodger, la agencia Magnum. “Nos lanzamos a la idea para poder hacer lo que queríamos, para trabajar en lo que creíamos y no depender de que un periódico o una revista nos encargara una cosa. No queríamos trabajar por encargo y pensamos que si nos organizábamos podríamos timar nosotros la iniciativa”, señaló en una ocasión Cartier-Bresson.

Bresson comenzó a viajar y se centró en la fotografía de reportaje. Entre 1948 y 1950 recorrió numerosas ciudades de Oriente. “Mi guía no paraba de reírse, no comprendía que hiciera fotos a todo lo que yo veía. Probablemente, él, entonces, no sabía que gracias a la fotografía yo he aprendido a vivir, porque ella me ha enseñado respeto y tolerancia”, explicó el fotógrafo.

En 1954 se convirtió en el primer fotógrafo admitido por el gobierno de la URSS después del “deshielo”, y, un año más tarde, fue el primer fotógrafo en exponer en el Louvre de París.

Durante los próximos años, Bresson siguió viajando y recorriendo mundo con su cámara. Pero en 1966 decidió dejar la agencia Magnum, y, a principios de los ’70, cambió su Leica por el pincel y se dedicó a la pintura. Bresson se defendió de las críticas de la siguiente manera: “Todo lo que ansío por estos días es pintar; la fotografía nunca ha sido más que una manera de pintar, un tipo de dibujo instantáneo”.

Años después de su muerte, en 2004, se creó en el barrio parisino de Montparnasse la fundación HCB, que asegura la buena conservación de su obra. Aquí tenéis una pequeña muestra de ella. Disfrutar con este maestro único!





















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